No quiero ser calvo
Yo no quiero ser calvo, quisiera tener mucho pelo y esparcirlo por toda la casa como hace Blanca.
No quiero ser calvo por muchas razones:
- Para que me cepillen todos los días bien bien, de arriba abajo y de abajo arriba, eso tiene que dar un gusto que te mueres, no hay más que ver a Blanca como disfruta, que parece que se le salta el corazón y no para de hacer ruiditos tontos para que no dejen de cepillarla y Marta claro, no para y ella que quiero más y más y Marta que dale que te pego al cepillo.
- No quiero ser calvo porque cuando me pongo al sol me salen sarpullidos y solo puedo salir al patio los días nublados y cuando me he acomodado en la tumbona y me he quedado dormido de repente me doy cuenta de que el día no era tan nublado como pensaba y estoy como una gamba. Ah! lo que daría por dormirme sin miedo en la tumbona a cualquier hora del día. Y mira que mis antepasados son egipcios, pero yo eso del sol lo llevo muy mal.
- No quiero ser calvo porque se me notan mucho las arrugas y todas las visitas es lo primero que dicen de mí, ¡madre mía, si parece una momia! ¡A ver que se han creído!, Blanca tiene tantas arrugas como yo o más, pero claro como ella tiene mucho pelo no se le notan, la muy engreída, se creerá muy lista, ¡la muy guarra! Lo único que hace es restregarse. Pero si yo soy mucho más guapo que ella, tengo unos ojazos que todos los quisieran.
- No quiero ser calvo porque Rafael me tiene manía, que lo sé yo y eso es porque le recuerdo a sí mismo hace un par de años cuando su calva relucía, luego se hizo el trasplante capilar y se paso al otro bando.
- No quiero que me hagan más fotos por ser calvo, claro que salgo en Internet, pero no me gusta, yo sé que se ríen de mí. Y como odio esa revista, estuve casi tres días posando, total ¿Para qué? Para que otro se llevara el dinero.
- Yo lo que quiero es parecerme a un león y dar un miedo respetable cuando se me erice el pelo. Ahora me parezco más a un ratón, pero eso también es por las orejas, si tuviera el pelo largo las orejas parecerían más pequeñas.
Después de mucho meditar he optado por un trasplante capilar, conseguiré pelos y los llevaré para que me los injerten. Los primeros pelos en los que pensé fueron en los de Blanca, hay auténticas pelotas de su pelo por todas partes, pero esta opción no me gusta porque están muy sucios y no quiero que se me infecten cuando me los pongan. Marta también tiene un buen pelo, esta fue mi segunda opción, esperar a que estuviera dormida y arrancárselos a bocados, pero seguro que enseguida se despertaba y no conseguía más que algún que otro mechón.
Lo más probable será que atraque la peluquería de enfrente, ha de ser una acción rápida y sigilosa, esperar a un cliente de pelo largo y brillante, cuando entre, pasaré tras él pegado como su sombra. Luego, agazapado bajo el armario de los champús dejaré pasar el tiempo hasta que la capa se haya cubierto de pelos y volaré para arrancársela, escapando por la ventana del cuarto de baño.
Si todo sale bien mis amigos de InhairClinic me harán el trasplante capilar gratis, al fin y al cabo soy un gato y se ganarme a la gente.