La verdadera historia del Pelo, en clave de humor.
Esta es la verdadera historia de Pelo, puede que hayáis oído otras pero no son las auténticas. Cuando nació Pelo, fue alabado por su grosor, color y buen tamaño y es que han debido ser muy pocos los que puedan presumir de haber visto la luz por primera vez tan lustrosos y prometedoramente hermosos. No cabía duda de que tenía que ser muy exclusivo para recibir tantos cuidados, unas manos especialmente agradables no paraban de acariciarlo a todas horas, recibía besos de muchas personas. Pero a Pelo no le gustaban todos los besos, algunos eras algo viscosos, otros chirriantes, los había que olían a humo –uf, qué miedo daban, tal vez podría salir ardiendo-, pensaba Pelo.
De día lo que más le gustaba era cuando sentía la brisa de una playa de vacaciones, una playa que alguien recomendó con mucho empeño. Y también le gustaba mucho el sol, pero casi no le dejaban verlo, parece ser que no era demasiado bueno por alguna razón. Por la noche le daban un baño calentito y reconfortante con una esponja suave que iba chorreando su alma líquida de olor a flores, Pelo jugaba con ella flotando de un lado a otro mientras notaba como el agua arrastraba esa sustancia pegajosa del último beso de un extraño que tanto le había molestado. Entonces, de repente todo se llenaba de espuma, era genial, podía adoptar muchas formas entre mares de nubes que no paraban de cambiar y sentía unas cosquillas que no veas. Por supuesto, la historia de Pelo era parte de la historia de sus hermanos, o quizás la historia de sus hermanos era parte de la historia de Pelo, el caso es que Pelo estaba rodeado por miles, tal vez millones de pelos aparentemente idénticos a él. Por increíble que parezca no habían intercambiado entre ellos ni media palabra hasta el día en que Pelo sintió un morrocotudo tirón con el peine de las mañanas, no entendía muy bien que estaba pasando, oía gritos alrededor protestando por su dolor, quiero decir el dolor de Pelo, o ¿sería el dolor de otros pelos?. El delito debió se debió fraguar por la noche, cuando estaban durmiendo, alguien por motivos que Pelo desconocía, se dedicó a enredarle con un montón de sus hermanos y se montó un lío monumental, menos mal que el peine consiguió deshacer el desastre.
Fue entonces cuando Pelo tomo consciencia de sus hermanos y al mismo tiempo supo de algo terrible: al deshacer el peine el nudo, nada menos que diez pelos hermanos se habían caído, dejando un pequeño agujerito triste y vació en su lugar. Pelo se sumió en la melancolía, no podía dejar de mirar aquellos huecos, mientras pensaba que él también podría desaparecer en cualquier momento, sus hermanos estaban todos de punta, rígidos y sin brillo.
Pero al cabo de tres días uno de los pelos vociferó ¡está saliendo, está saliendo…! Los pelos del alrededor se giraron hacia donde apuntaba el exaltado pelo y pudieron ver la punta del pelo que había desaparecido y al poco tiempo también vieron a los otros nueve pelos que faltaban.
No cabía duda de eran ellos, los diez pelos desaparecidos habían vuelto. Todos les felicitaron por su feliz regreso y les preguntaron donde habían estado y como es que ahora eran tan bajitos. Los pelos desaparecidos, o mejor dicho, reaparecidos no sabían cómo habían vuelto, solo sabían que eran ellos mismos los que habían ocupado sus huecos antes del terrible tirón del peine. Hubo muchas teorías al respecto, algunos decían que el monstruo nocturno que había hecho el nudo se había arrepentido, los había recogido del suelo y los había plantado en sus agujeros otra noche, pero como era tan grande no contralaba bien su fuerza y al plantarlos los había encogido, otros aprobaban la idea pero no creían que se hubieran encogido, lo que pasaba es que los había plantado más hondos. A Pelo se le ocurrió que de alguna manera los pelos venían de abajo, no se atrevía a decir cómo, pero no venían de arriba, nadie había visto ni sentido al monstruo cuando los plantó, no era posible aquella teoría.
Después del susto del tirón los pelos cercanos se hicieron muy amigos y se agruparon en un mechón inseparable, lo mismo debió suceder por todas partes ya que por todas partes aparecían mechones. Los pelos crecían cada día un poquito y se hacían largos, muy largos, cada vez más largos, incluso los diez pelos reaparecidos se habían desmelenado. La historia de Pelo del tirón y los pelos desaparecidos y vueltos a aparecer se repitió cada vez más a menudo, unas veces desaparecían cinco, otras veces quince y por todos lados llegaban noticias de que pasaba lo mismo con otros mechones, pero ya nadie se preocupaba, además pasado el tiempo unas tijeras que al principio daban mucho miedo dejaba igualados y contentos a todos los pelos.
Las desapariciones de los pelos continuaron incluso sin tirones, cada vez le tocaba a uno hasta que un día le tocó a Pelo, primero se sumió en un profundo sueño durante tres meses, despertó brevemente y cayó al aire, balanceándose como una pluma, como en sueños bailó hacia abajo hasta el suelo. Pelo había vuelto a nacer, ligerísimamente diferente, pero era él mantenía todos su recuerdos, las manos acariciadoras de los primeros años que con el tiempo cada vez acariciaban menos, el sol, la lluvia, sus amigos, aquél primer tirón, todo lo recordaba.
Muchos años más tarde todos habían nacido varias veces y recordaban todas sus vidas como si hubiera sido una sola.
Pero había algo que no iba bien, algunos pelos no reaparecían, en el mechón de Pelo esto no había pasado pero sí en los mechones del otro lado de la cabeza, cada día llegaban peores noticias del frente o de la frente, que no se ponían de acuerdo en cómo llamarlo, no solamente desaparecían los pelos y no reaparecían, también desaparecían sus huecos, era la nada absoluta, el erial más completo, el desierto.
Pelo y los pelos de su mechón sabían que eran especiales, su naturaleza les hacía reaparecer a todos siempre, habían vivido muchas vidas y renacido muchas veces y había llegado el momento de ayudar en el frente.
Pelo fue el primero en ser trasplantado y vivió muchas más vidas, esta vez en el frente, feliz de haber frenado el desierto.