¿Cómo ha cambiado el COVID-19 nuestra salud capilar?
¿Cómo ha cambiado el COVID-19 nuestra salud capilar?
Llevamos más de un año conviviendo con la pandemia y hemos empezado a darnos cuenta que, el COVID-19 tiene un impacto que va mucho más allá que el propio virus. La forma en la que vivimos se ha visto trastocada radicalmente, tanto a nivel social, laboral y relacional. En definitiva, Nuestra forma de vida ha cambiado, pero… ¿Cómo ha cambiado el COVID-19 nuestra salud capilar?
Estudios recientes han demostrado, que la pérdida del pelo es uno más de los efectos secundarios que produce el COVID-19. Estamos hablando de personas con un cuadro clínico, anterior a padecer la enfermedad, totalmente sano que están experimentando un aumento de casos de caída de pelo repentina relacionada con el estrés.
Por desgracia, la caída del pelo no es la única manera en la que ha cambiado el COVID-19 nuestra salud capilar. Las cuarentenas tan largas como la que vivimos en la primavera pasada en España, los cierres perimetrales a los que aún estamos expuestos o el cada vez más extendido teletrabajo, empujan a cambiar los hábitos de la mayoría de personas, desde la alimentación, el ejercicio o los cuidados de nuestro pelo. El teletrabajo, las cuarentenas y los cierres perimetrales han logrado que el chándal y el pijama sea la ropa de moda y que mucha de la gente que trabaja en una oficina no tenga que acudir físicamente a su puesto todos los días. Inevitablemente, ha provocado un cierto “descuido”, no quiero decir que hayamos dejado de ducharnos o nos hayamos convertido en unos guarros, pero desde luego, en estos momentos, no tenemos la motivación de arreglarnos para tener una mejor apariencia física que nos ayude en nuestras relaciones sociales y laborales. Al igual que hemos convertido el chándal y las pantunflas en trendic topic, hemos dejado de lavarnos o usar ciertos productos capilares tan a menudo. Incluso las peluquerías dejaron de ser un servicio de primera necesidad y permanecieron cerradas casi 3 meses ocasionando imágenes capilares nefastas propias de las peores pesadillas, es más, incluso cuando se reanudó la actividad, muchas personas decidieron que existía demasiado riesgo en ir a una peluquería.
Es cierto que, por regla general, la población está tomando una postura más flexible con su cabello debido a una preocupación por la seguridad, sin olvidarnos de nuestra conveniencia o comodidad. El resultado es que… estos factores pueden hacer que nuestro pelo este luciendo más sano y mejor.
«Durante el confinamiento hemos convertido el chándal y las pantunflas en trendic topic»
Lavarse con champú todos los días puede abrir y cerrar tanto las cutículas del cabello que se debilitan y pueden llegar a romper, lo que conduce a puntas abiertas y roturas, especialmente cuando se combina con productos de peinado (lacas, geles, gominas, etc) o secadores de pelo que someten a los folículos a altas temperaturas que no les favorecen en absoluto. Los que han disminuido la frecuencia de lavado con champú o que han cambiado a champús secos están viendo ciertos cambios en su pelo, algo más fuerte y de aspecto más sano. También lo son aquellos que están dando a su cabello un descanso de geles, aerosoles, rizadores o secadores de pelo.
Con suerte la pandemia pasará de largo, como la mal llamada “gripe española” de principios del Siglo XX. Desde luego, yo no pienso echar de menos las etapas de confinamiento, ni los criterios cambiantes cada semana, ni los cierres perimetrales, ni mucho menos no poder abrazar a mis amigos y seres queridos, pero es posible que queramos seguir con un enfoque capilar más suave, como el que inconscientemente muchos hemos tomado obligados por durante nuestros días de convivencia con el COVID-19. Quizá nuestro pelo nos lo agradezca.
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Esta información es exclusivamente un consejo médico y no reemplaza a una consulta con un profesional dermatólogo o capilar cualificado ya que cada paciente y cada caso específicos requieren atención personalizada.